La artesanía y la sostenibilidad se unen para crear un legado de diseño e innovación en Castilla-La Mancha

La artesanía y la sostenibilidad se unen para hacer un legado de diseño y también innovación en Castilla-La Mácula

En un contexto de consumo responsable y sostenibilidad, tres artesanos castellanomanchegos apuestan por un futuro asentado sobre tres pilares: diseño, innovación y relevo generacional.

El encaje de bolillos de Paloma Beneytez, las prendas tejidas a mano de Sergio Rosa y los bordados lagarteranos de Rocío Lozano reclaman en pleno siglo XXI el talento ancestral de Castlla-La Mácula, zona con el mayor número de artesanos en activo de este país y donde aun perduran técnicas habituales y únicas que procuran su permanencia conquistando a las novedosas generaciones: «Lo que deseamos es que nuestos artesanos logren proseguir haciendo un trabajo», cuenta Ana Isabel Fernández Samper, directiva general de Turismo, Comercio y Artesanía del Gobierno de Castilla-La Mácula.

«El legado que suponen estos oficios es muy grande. Debemos educar al cliente el valor que tienen estas piezas con historia detrás y en las que se invierten meses de trabajo manual», añade. Un propósito que el Gobierno de Castilla-La Mácula ansía hallar creando la marca de excelencia Legado Artesano de la artesanía de la Red social Autónoma y con la que intenta comenzar un diálogo creativo con otros ámbitos como el interiorismo o la tendencia.

Artesanía Castilla-La Mancha
Danniel Rojas

Camisa y chaleco bordados a mano de Rocío Lozano (rtesaniarociolozano.es), sujetador bandeau de encaje de Dolce & Gabbana (dolceandgabbana.com), zapatos de puntera de Manolo Blahnik (manoloblahnik.com) y sombrero con hebilla de Roger Vivier (rogervivier.com).

Paloma Beneytez, la pervivencia de un trabajo

«Mi abuela hacía encaje de bolillos y me encantaba sentarme a su lado en el momento en que era pequeña. Siempre y en todo momento tuve ese ansia de estudiar y un día, caminando por Toledo, vi que daban clases, me apunté y hasta este día». La vocación consumada de Paloma Beneytez es el pensamiento de relevo generacional en una técnica tan costosa como el encaje de bolillos. En el momento en que se cumplen 25 años de su incursión en el trabajo es ella quien enseña a otros en su escuela Randa Bolillos. «Me dedico a ofrecer clases por toda la provincia y desde la pandemia asimismo lo hago en línea. Tengo toda clase de estudiantes: universitarios, gente de 60 e inclusive una señora de 82 años que se maneja increíble con el Zoom».

La docencia es la primordial fuente de capital de na artesana cuyas producciones de valor incalculable acarrean meses de trabajo. «No hay cliente que te pague todas y cada una de las horas que hay tras una parte», afirma. Más allá de que el anti-envejecimiento de la profesión va a ser retardado, Beneytez confía más adelante de una técnica que es tradición. «Al fin se ve como lo que es: una artesanía y un arte. Hay muchas personas enseñando y aprendiendo… y poco a poco más hombres».

Artesanos Castilla-La Mancha
Danniel Rojas

Chaleco hecho de encaje de bolillos de Paloma Beneytez (@rondabolsillos). Atentos de lagartera de Rocío Lozano (artesaniarociolozano.es), Vestido con falda de volumen en seda y tul de Carolina herrera (carolinaherrera.com) y botas viniladas de Steve Madden (stevemadden.com)

Sergio Rosa, entrelazar el folclore

En el pequeño pueblo de Viviendas de Lázaro, en medio de una sierra albaceteña de Alcaraz, Sergio Rosa teje a mano los trajes regionales de Castilla-La Mácula, Murcia, Extremadura o Alicante. Quinta generación de tejedores, el artesano prosigue el legado familiar regentando el taller que creó su padre y que transporta orgulloso su nombre, Eustaquio Rosa. «Él supo ver un nicho en los años sesenta u se especializó en el traje regional», cuenta. En este momento, él y su hermano, que aprendieron el trabajo jugando, visten a conjuntos folclóricos y particulares y ayudan con estudios de interiorismo y arquitectura haciendo piezas de decoración por encargo. «Lo mucho más simple es hilar; en 2 horas se puede estudiar a llevar a cabo algo simple. Lo difícil es montar la urdimbre; para llevarlo a cabo, bien son precisos años de práctica».

Esa dificultad que transporta mejorando a lo largo de décadas pertence a las causas que hace difícil el futuro de una profesión por la que, no obstante, el albaceteño siente un interés creciente los últimos tres años. «No gasto ni un kilovatio de energía en el telar pues todo es manual», enseña patentizando entre las causas que ponen el valor su trabajo en el contexto de producción responsable hacia la que se procura seguir. Fernández Samper coincide: «¿Qué hay mucho más sostenible que un artesano que usa las materias primas libres en su región? Al obtener sus piezas se está apoyando un consumo mucho más responsable y alineado con la sostenibilidad».

Artesanía Castilla-La Mancha
Danniel Rojas

Chaqueta tejida a mano de Sergio Rosa (artesania_eustaquio_rosa), Chaleco hecho con elcaje de bolillos de Paloma Beneytez (@rondabolillos), collar de lagartera de Rocío Lozano (rociolozano.com), camisa y falda satinada efecto arrugado de Acen Studios (acnestudios.com) y sandalias de Dolce & Gabanna (dolcegabanna.com).

Rocío Lozano, el arte de embellecer

«En Lagartera se cose en todas y cada una de las viviendas y cada madre es una profesora, por el hecho de que todas y cada una aprendido de las mujeres de la familia». De esta forma sintetiza Rocío Lozano la tradición familiar -ella representa la tercera generación- que la llevó a ocuparse a los hilos y las agujas ostentando el título de profesora artesana que entrega la Junta de Castilla-La Mácula. Sus bordados  de radical aspecto protagonizan colchas, manteles o toallas e inclusive se transforman en prendas de máxima inclinación sobre la pasarela. La colaboración que hizo con el joven diseñador guadalajareño Juan Carlos Pajares bien lo testimonia.

«Mi trabajo es lentísimo por el hecho de que mi trabajo es contar hilos y medir. Hay piezas en las que he invertido de seis a nueve meses. Siempre y en todo momento digo que yo necesito todas y cada una de las horas del día», afirma esta profesora natural de la cuna del bordado. «En mi pueblo todas y cada una de las mujeres vestían de lagarteranas desde el instante en que nacían hasta el momento en que morían. Y de ahí brotó la iniciativa de comercializar las piezas». La camisa de ‘ras’ propia de este traje (caracterizada por el plegado horizontal de las mangas y los puños y el cabezón bordado en colores) haría las exquisiteces de Isabel Marant, por servirnos de un ejemplo. En expresiones de Fernández Samper, de lo que se habla es de «probar que la artesanía es con la capacidad de amoldarse a un lenguaje mucho más contemporáneo y también revolucionario sin perder su esencia».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *